POR EVELING NOEMÍ BONILLA VILCHEZ
Todas las mañanas, mi
abuelita, así como los muchos moradores de caseríos, distritos o provincias,
se levanta temprano y lo primero que hace es prender la radio,
sintonizando en el dial la frecuencia AM donde se transmiten programas de
cobertura local o regional, donde seudos locutores inician sus “magnos
discursos” sobre la problemática social de estos lugares e incitan a los
radioescuchas a formar parte de su opinión que, en la mayoría de los casos,
consiste en atacar, violentar, vejar a otros que no estén de acorde a su punto
de vista; sin darse cuenta, mi abuelita y los otros cientos de pobladores
rurales, son manipulados y dopados para formar parte de la masa que “obedece” a
el falso “asesor del pueblo”.
Es la realidad del Siglo
XXI, pues ahora ya no es necesario tener un título para ser comunicadores, solo
basta con tener una idea y ejercer dominio sobre un público que siga tu
lineamiento o que pueda ser persuadido con facilidad para que puedas ejercer el
periodismo. Es triste ver como a lo largo de los años esta carrera tan
interesante y de resaltante valor social se vea comparada o, en ciertos casos,
superada en número por “ignorantes de la información”, personas que consideran
que estar detrás de un micrófono y quejarse a nombre del pueblo es hacer
PERIODISMO y ser INTEGRADORA SOCIAL, cuánta indignación
en el deterioro de la radiodifusión actual.
Y ¿Por qué no nos damos
cuenta de esta situación? A lo mejor desconocemos del poder que estos programas
ejercen en la colectividad o no queremos aceptar lo mucho que influyen en
nuestro quehacer diario, haciéndonos formar parte del grupo que manifiesta su
inconformidad con autoridades, su desacuerdo con robos, muertes, violaciones,
en fin, todo el descontento colectivo. Al no saber qué hacer o no querer hacer
algo mejor es que escuchamos lo que nos cuenta un tipo cualquiera que, válgase el
adjetivo, “malogra las mentes” con el mensaje que emite. Y lo peor es que
estamos tan acostumbrados a seguir en lo mismo que cuando dice: rana, nosotros
saltamos.
En el Perú, esta
situación, descrita anteriormente, repercute en la mayoría del territorio y
demuestra que somos un país con poco juicio crítico, que cada día crece y se
expande pero no en base a ideas individuales sino de MASAS. La radio es el MEDIO DE COMUNICACIÓN MASIVA más extendido en nuestra nación debido
a la creciente tecnología y el bajo costo de los equipos radiofónicos, junto a
las políticas liberales de carácter comercial que aceleran la creación de más
estaciones y nuevos emprendimientos (sociales, indígenas, ONG, religiosos, etc)
pues la diversidad sociocultural que nos rodea necesita EXPRESARSE.
Los modelos de radio son
3: EL COMERCIAL que son las radios que obtienen sus
ingresos económicos en base a publicidad, con fines de lucro y grandes
audiencias; EL PÚBLICO es propiedad del estado y le sirve a él, no está
orientado a responder por el pueblo ni a la participación ciudadana; y EL COMUNITARIO diversifica
su financiación, además sus oyentes son partícipes de lo que emite la emisora,
no buscan lucro. Aparece el termino: “Las otras radios” y son aquellas
cuyo formato no se asemeja a la de la radio con fines de lucro (comerciales)
que necesita una gran audiencia.
Algunos dueños de estas
radios son empresarios que empiezan este negocio por ajustarse a los gustos de
formatos de pequeños públicos, por ejemplo, si le gusta un tipo de música pero
no hay estaciones donde puedan escucharla entonces su radio emite ese género
musical; suelen recurrir a concesionar espacios radiales por un monto
mensual o diario, sin importar, en cierto casos, si los locutores saben hacer
radio o no; y, mayormente, funcionan solo con una licencia social (aprobación
de la población pero no la legal).
También existen las radios
de comunidades campesinas y nativas, que presentan propuestas de grupos,
incentivan a la sociedad y al PROCESO SOCIOCULTURAL que atraviesan pues
fortalecen la comunicación interna, las relaciones con municipios, gobierno
regional, iglesia y empresas que trabajan en su territorio. Se supone
asumen el Rol de reivindicación social con la difusión de su cultura
(música, costumbres). Su cobertura es limitada (FM y localidades, no toda la
comunidad), y no tienen la capacitación formal para hacer radio, la utilizan
solo como expresión. Un punto importante es la aprobación de LA LEY DE RADIO Y TELEVISIÓN que contempla la radiodifusión
comunitaria como expresión rural pero el Ministerio de Transportes y
Comunicaciones no facilita los trámites para el rápido funcionamiento de estas.
Otra intervención rápida
es por parte de la Iglesia en el contexto radial, cuya misión es llevar la palabra
del Señor. Pueden presentarse como: Eclesiales pues hablan de la Sagradas
Escrituras, rezar el rosario o transmitir una misa; evangelizadoras, persuaden
a los oyentes a acercarse al llamado del Señor; Radios ciudadanas que abogan
por el pueblo y Radios populares o educativas que incluyen en su repertorio
programas educativos o de instrucción al pueblo.
Es entonces que la RADIO
ya no solo es promotora de cultura, arte, música, información, sino que se
convierte en entidad con fines económicos, sin respeto (en su mayoría) por las
funciones básicas que necesita cumplir. Hay una ausencia de lo público
pues ya no existen solo para el pueblo, también defienden intereses
particulares (un gobierno o línea política que los financia). Se da paso a un
versus entre: la radio como medio de comunicación de masas que brinda un
mensaje complejo y de alcance múltiple; y la radio como empresa privada, que
busca monopolizar mercados, minimizar a su competencia, una mayor audiencia
aunque sin interesarse en educarlos, formarlos, hacerlos competentes.
Fomentar la investigación
para disminuir los intereses propios, abarcar problemas sociales contra la
publicidad pagada por el gobierno; masificar información para obtener ayuda en
lugar de hablar “sandeces” solo por conseguir más seguidores. Considero que el
único medio de cambio es aquel que necesita la reforma. Nadie puede cambiar a
la radio, ella sola debe purificarse, asimilar lo bueno y renacer de sus
cenizas.
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